Estábamos en un campo gigantesco, no me imaginaba esto antes de venir; sombrillas que giraban al ritmo de los tambores que parecían indicar que una gran batalla se avecinaba; la gente comenzó a alzar todo lo que tenía: bufandas del equipo y banderas de la ciudad, y lo giraban en el aire mientras se colocaban de pie sobre las sillas del estadio; y comenzaron a cantar las canciones en una sola voz.
Al principio todos éramos distantes y sumergidos en nuestros celulares; yo personalmente mire a el guía una o dos veces cuando estábamos en camino al lugar; al llegar allí todo cambio de inmediato; toda nuestra atención fue absorbida por el coloso estadio y los ríos de gente; todos afuera, unos comiendo arepas otros pinchos de carne y salchicha; muchos bebiendo cerveza y otros hasta aguardiente; el clima era mágico y envolvente; decidí entonces comprar una camiseta del equipo para entonar; nuestro guía nos ofreció dos polas; así es como los colombianos llaman a la cerveza y comenzó a explicar sobre el equipo sus jugadores la posición en este momento del torneo su historia y demás; paso a paso me fui convirtiendo en uno más entre la gente; escuchaba las canciones más y más fuerte a medida que la fila para entrar al campin avanzaba y así fue que cuando ya estábamos allí adentro frente a ese tapete de grama verde, sentí que este no sería un tour más; de esos que estaba ya acostumbrado a tomar en todos mis viajes, aquí la gente te contagiaba con la energía; de repente estábamos hombres y mujeres saltando por igual; estábamos aquí mezclados con los colombianos; emocionados y convertidos de verdad en un grupo de bogotanos más. Esto era lo que la mayoría de nosotros habíamos venido a buscar. Todos estábamos gritando y saltando de la alegría; nos miramos y nos abrazamos. El equipo de Bogotá había logrado una Azaña que sentíamos como nuestra. Estaba cara a cara con todos los del grupo y también con extraños del lugar; todos gritando y jalando nuestras camisas de la emoción; entonces allí me di cuenta de que ya no éramos más ese grupo de turistas extranjeros de países tan distantes de Colombia, países como Canadá y Estados Unidos que no le daban la mayor importancia al soccer como nosotros lo llamamos; sino que habíamos sido transformados por la colombianidad, por esa sangre latina que nos había inundado con sus cánticos y gritos de gol, carajo; por fin pude entender estas frases que decían que el riesgo en Colombia era que te podías sentir vivo y te darian ganas de quedarte.
Por. Fredy calderon
