Veníamos pasando por una de las calles más hermosas que había visto en una
ciudad capital y créanme que he visitado varias; entre otras Buenos Aires y Santiago.
Pero Bogotá comenzaba a enamorarme; la ciudad tenía un bien guardado barrio
Colonial que daba vida a la ciudad total; tal y como el corazón bombea sangre en el
cuerpo, la Candelaria con epicentro en el chorro de Quevedo hace las veces de
corazón para la capital de los colombianos; con sus calles como el callejón del
embudo que es la vena perfecta por donde toda la energía vital es repartida hacia
el resto de la ciudad. Desde que llegué no había dejado de admirar las calles
pintorescas que a partir del aeropuerto hasta el centro histórico estaban decoradas
con montones de Grafitis o más bien arte callejero. Nuestra guía Yuly tenía mucho
conocimiento del arte y la cultura colombiana en general; nos iluminaba por cada
rincón con alguna información que hubiese sido imposible de encontrar en la
internet; cada lugar era como un agujero en la pared de su casa que solo ella como
nativa conocía; un país tan lleno de emociones que habrían sido imposibles de
sentir o encontrar de no haber tenido la idea de tomar the best walking tour bogota.
Yuly nos llamó y nos dijo:
—chicos ahora vamos a ver un cambio gigantesco de la ciudad.
En solo 4 cuadras estábamos en la carrera 7; la guía nos comentó que era una de
las calles más emblemáticas de la ciudad, que nos conectaría con el poder político
de Colombia en la plaza de Bolívar; la carrera 7 era una locura, al ser una peatonal
estaba llena de artistas callejeros haciendo sus performers; desde el musico
llanero hasta el bailarín de salsa caleña que enseñaba sus pasos a todos los que
por allí pasaban; también la banda de rock o aquel poeta capitalino mezclado entre
la muchedumbre, quien compartía sus relatos impresos con todos los que pasaban
por aquel lugar a cambio de unas cuantas monedas. La guía nos habló de la historia
de aquella calle, nos llevó a los tiempos de Gaitán y el bogotazo; nos habló de la
arquitectura que era en aquella época mucho más romántica republicana que la
que podíamos ver ahora. Cada que Yuly nos contaba alguna historia por ejemplo
esta de como lucia la séptima antes del año 1948 o como cuando los muiscas vivían
en estas tierras antes de la llegada de los conquistadores, también cuando los
españoles construyeron las primeras casas de lo que ahora llamamos centro
histórico; alrededor del 1400. Todos nosotros parecíamos ver las cosas de cada
época; era difícil percibir la diferencia entre realidad e imaginación, yo
particularmente podía ver a las señoras de principios del siglo XX con sus grandes
trajes de antaño bailando el pasillo la gata golosa en alguna de las chicherías de la
ciudad. En un punto ya no pudimos ver a la guía nuevamente; en ese momento sentí
que ya no estaba en el Bogotá city tour, con algunos de los otros turistas que
estaban en mi grupo nos miramos a las caras, felices, pues Habíamos quedado
atrapados para siempre en Bogotá; nos convertimos sin darnos cuenta en
bogotanos; viajando de una época a otra sin salida, cautivados con la magia de los
años de la colonia o los setenta y los ochenta de la Bogotá renaciente; para poder
por fin ignorar el presente tan caótico, que nunca fue mi favorito.
Por Fredy Calderon